“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios”
(Juan 1:11-12)
“(…) Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”
(Juan 8:12)
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▲ “Aquella luz
verdadera, que alumbra a
todo hombre, venía a
este mundo” (Juan 1:9)
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En esta época
en la que se celebra el nacimiento de Jesús, es propicio recordar que su
llegada a nuestro mundo fue con un solo propósito: la Salvación de la humanidad
por medio del perdón de nuestros pecados.
La gran mayoría
de personas celebran estas épocas de una manera equivocada, debido a que inconscientemente
las relacionan con un consumismo que poco tiene que ver con las cosas del
espíritu. Muchos utilizan la navidad para malgastar su dinero, otros para
satisfacer sus vicios y la mayoría para pasarla en familia en torno a una mesa
con bebida y comida. Y aunque podamos decir que esta última situación no es del
todo criticable, debemos aclarar que tampoco se ajusta al significado de la
navidad.
El fin de la
navidad va más allá de una celebración familiar; el significado del nacimiento
de Jesús fue y es, que el hombre sea salvo por medio de El, ya que no hay otro mediador entre
Dios y los hombres que Jesucristo. La Palabra de Dios nos habla
en el versículo que leímos al principio, de cómo Jesús vino a lo suyo, pero los
suyos no le recibieron. Jesús vino para salvar a todos aquellos que creyeran en
El, pero lamentablemente la gente de aquel tiempo no entendió a conciencia el
propósito de Su venida, al igual que ocurre con la gran mayoría hoy en día.
No se trata de
decir que las celebraciones familiares para estas épocas estén equivocadas; por
el contrario, si sirven para reconciliar a sus miembros y para aprender a
valorar al otro, bienvenido sea. De lo que estamos hablando es que no podemos
darle más importancia a las actividades festivas que al significado auténtico
del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Así que, amigo lector, te animo a
que en este día seamos los primeros en recibirlo como se merece; que nuestra vida sea un
pesebre en el que renazca Cristo y nos regale la salvación y vida eterna, para
así cumplir el propósito por el cual el Hijo de Dios vino a la tierra.
Oración:
Señor Jesús, en este día queremos celebrar en nuestra mesa familiar
el verdadero propósito de tu Venida. Te aceptamos con gozo como el Redentor de
nuestra naturaleza caída, y aceptamos hoy la invitación de tu Salvación, porque
sabemos que Tú, que vives para siempre, naciste en tu inmensa humildad en un
pesebre, pero un día reinarás sobre el mundo, y ante Ti se doblará toda
rodilla. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo