“Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza. Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey, o becerro que tiene cuernos y pezuñas”
(Salmo 69:30-31)
▲ No vayas a tu
iglesia por costumbre: ¡vive en gratitud
a Dios y disfruta
de la alabanza hacia Su grandeza!
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Para gozar de
una buena salud espiritual, es necesario llevar una vida de gratitud constante
hacia Dios, entre otras cosas por todas sus bendiciones y la consolación que
recibimos de Él. No debemos conformarnos a lo que hace la mayoría de
las personas, que son desagradecidas con el Señor y a causa de ello viven
en un estado permanente de preocupación, de decepción y de amargura.
El tema del
devocional de hoy nos lleva a preguntarnos: ¿qué cosa le agrada más a Dios?
Podemos pensar que lo que más le complace es que tratemos de cumplir Sus
mandamientos, o que vayamos a la iglesia, o que leamos su Palabra y oremos.
Todas estas cosas son muy importantes: recordemos que en el Antiguo Testamento
se menciona todo un sistema de sacrificios, instruido por Dios, para que su
pueblo lo honrara por medio de ellos. Era seguro que Él deseaba que su pueblo
lo adorara con sacrificios de animales en ese tiempo. Sin embargo, el rey David
reconoció que había algo que Dios deseaba mucho más que esas prácticas
externas: el
sacrificio de un corazón agradecido.
En nuestros
días existen prácticas que equivalen a esos sacrificios, como ir a la iglesia,
dar la ofrenda, hacer ayuno, orar públicamente cuando comemos, y se podría
mencionar otras más. Todas estas cosas son buenas, pero Dios desea algo más
importante: Él
quiere que le ofrezcamos nuestros corazones llenos de agradecimiento. Este es
el sacrificio que le complace. Y esto es así, porque si nuestra
vida espiritual consistiera sólo en prácticas exteriores como las que
mencionamos, pronto nos convertiríamos en el pueblo del cual Dios se quejó: “Este pueblo me alaba
con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”
(lee Isaías 29:13).
Por eso tantos
creyentes viven con amargura, yendo a la iglesia por costumbre, sin disfrutar
de la alabanza, sin gozo en su vida cristiana, sin fruto, porque no están
viviendo en gratitud. Se infectan con una enfermedad del alma, la religiosidad,
pero no saben qué es, y piensan que con abundar en esas cosas
exteriores encontrarán la solución. La mejor protección contra una
religión de rutina, una religión que ha perdido su sabor y que no satisface ni
a Dios ni al que la practica, es tener un corazón agradecido.
Si en esta
mañana te das cuenta de que has dejado de agradecerle a Dios y que no lo has
complacido con un corazón agradecido, déjame que te sugiera algunas cosas:
- Cuando vayas a la iglesia, piensa en las razones que tienes para
darle gracias a Dios.
-Cuando ores, no sólo le pidas a Dios por tus necesidades; también dale
gracias a Él por lo que te ha dado.
-Cuando sirvas a Dios,
hazlo con gratitud.
Nuestro corazón
debiera estar constantemente en una actitud de agradecimiento hacia Dios; la
sanidad de nuestra alma así lo exige ¡Haciendo estas cosas diariamente, estoy
seguro que tu alma siempre estará rebosante de alegría!
Oración:
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo