viernes, 28 de diciembre de 2012

El agradecimiento vivifica



Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza.  Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey, o becerro que tiene cuernos y pezuñas”

(Salmo 69:30-31)

▲ No vayas a tu iglesia por costumbre: ¡vive en gratitud
a Dios y disfruta de la alabanza hacia Su grandeza!


Para gozar de una buena salud espiritual, es necesario llevar una vida de gratitud constante hacia Dios, entre otras cosas por todas sus bendiciones y la consolación que recibimos de Él. No debemos conformarnos a lo que hace  la mayoría de las personas, que son desagradecidas con el Señor y a causa de ello viven en un estado permanente de preocupación, de decepción y de amargura.


El tema del devocional de hoy nos lleva a preguntarnos: ¿qué cosa le agrada más a Dios? Podemos pensar que lo que más le complace es que tratemos de cumplir Sus mandamientos, o que vayamos a la iglesia, o que leamos su Palabra y oremos. Todas estas cosas son muy importantes: recordemos que en el Antiguo Testamento se menciona todo un sistema de sacrificios, instruido por Dios, para que su pueblo lo honrara por medio de ellos. Era seguro que Él deseaba que su pueblo lo adorara con sacrificios de animales en ese tiempo. Sin embargo, el rey David reconoció que había algo que Dios deseaba mucho más que esas prácticas externas: el sacrificio de un corazón agradecido.


En nuestros días existen prácticas que equivalen a esos sacrificios, como ir a la iglesia, dar la ofrenda, hacer ayuno, orar públicamente cuando comemos, y se podría mencionar otras más. Todas estas cosas son buenas, pero Dios desea algo más importante: Él quiere que le ofrezcamos nuestros corazones llenos de agradecimiento. Este es el sacrificio que le complace. Y esto es así, porque si nuestra vida espiritual consistiera sólo en prácticas exteriores como las que mencionamos, pronto nos convertiríamos en el pueblo del cual Dios se quejó: “Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (lee Isaías 29:13).


Por eso tantos creyentes viven con amargura, yendo a la iglesia por costumbre, sin disfrutar de la alabanza, sin gozo en su vida cristiana, sin fruto, porque no están viviendo en gratitud. Se infectan con una enfermedad del alma, la religiosidad, pero no saben qué es, y piensan que con abundar en esas cosas exteriores encontrarán la solución. La mejor protección contra una religión de rutina, una religión que ha perdido su sabor y que no satisface ni a Dios ni al que la practica, es tener un corazón agradecido.


Si en esta mañana te das cuenta de que has dejado de agradecerle a Dios y que no lo has complacido con un corazón agradecido, déjame que te sugiera algunas cosas:


- Cuando vayas a la iglesia, piensa en las razones que tienes para darle gracias a Dios.

-Cuando ores, no sólo le pidas a Dios por tus necesidades; también dale gracias a Él por lo que te ha dado.

-Cuando sirvas a Dios, hazlo con gratitud.

Nuestro corazón debiera estar constantemente en una actitud de agradecimiento hacia Dios; la sanidad de nuestra alma así lo exige ¡Haciendo estas cosas diariamente, estoy seguro que tu alma siempre estará rebosante de alegría!


Oración:

Amado Padre celestial, en esta mañana nos dejaremos guiar por el ejemplo de David, que nos invita en los Salmos a cantar una nueva canción, una nueva alabanza para honrar tu Nombre, y para encontrar siempre nuevas razones para complacerte con nuestro agradecimiento todos los días. En el nombre de Jesús, amén.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo