“Te
glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado, y no permitiste que mis enemigos
se alegraran de mí”
(Salmo 30:1)
Dispongamos
el corazón para que Dios sea nuestro guía, de manera que nuestra vida sea dirigida sólo por Él |
En
esta etapa de fin de año siempre es bueno considerar cómo lo vivimos. Más allá
del balance positivo o negativo, estoy seguro que pudimos ver la mano de Dios
ayudándonos en medio de las situaciones más difíciles que pasamos.
Cada
ser humano posee libre albedrío: podemos elegir hacer la voluntad de Dios, o
simplemente vivir nuestra vida como salga, sin preocuparnos de nuestro Creador.
En este sentido, sería bueno reflexionar un poco sobre las experiencias de este
año que se va, porque son únicas y quedarán ya en el recuerdo; algunas nos
producirán orgullo y satisfacción, y otras mucha pena o vergüenza. Pero a pesar
de que muchas veces somos desobedientes, Dios siempre permanece FIEL, y este
atributo suyo es inmutable: no tiene sombra de variación, y esa es una
garantía divina que debiera movernos a poner a Dios como Señor y Soberano de nuestras
vidas.
Esa
fidelidad eterna de Dios hacia sus hijos hace que Él merezca todo
nuestro agradecimiento y nuestro esfuerzo por transformarnos en una mejor
persona; porque no hay nadie mejor que Él, porque aun nos quedaríamos en deuda
si quisiéramos pagar todo lo que ha hecho en nuestra vida. Y una buena manera
de corresponder a la fidelidad de Dios es esforzándonos este año
que viene por ser mejores cristianos, dando un buen testimonio al mundo y
ganando las almas para Cristo con nuestro diario andar. No hay mejor
recompensa para Dios que un hijo suyo decida transitar por las sendas de la
justicia y la verdad, viviendo una vida santa que glorifique su Nombre y que lo
ponga en lo más alto.
En
el año que ya asoma, tenemos que aplicarnos a tratar de mejorar aquellas cosas
que sabemos que están mal y disponer nuestro corazón totalmente para que Dios
sea nuestro guía, nuestro capitán, y que la barca de nuestra vida no sea
dirigida por nadie más que Él. Entreguemos nuestra vida por completo al Señor:
depositemos en Él nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestros
planes, nuestra visión de la vida, nuestros ministerios, nuestras familias,
nuestros trabajos y todo aquello donde deseamos prosperar en este año que
viene; ¡te aseguro que el próximo balance será mucho mejor que éste!
Oración:
En este año que ya
llega a su fin, dispongamos nuestro corazón con toda firmeza y voluntad para
agradar a nuestro Señor en todo lo que hagamos. La fidelidad de Dios merece
toda nuestra consideración y esfuerzo; exaltemos entonces su Nombre con una
vida que realmente sea de Su agrado, y que el año que viene nos encuentre
plenamente comprometidos en la maravillosa tarea de ensanchar su Reino,
recorriendo caminos de justicia, de verdad y de bendición. Es mi deseo para
todos nuestros lectores, en el Nombre de Cristo, amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo