lunes, 31 de diciembre de 2012

Vuelta de página


“Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado, y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí”
(Salmo 30:1)
Dispongamos el corazón para que Dios sea nuestro
guía, de manera que nuestra vida sea dirigida sólo por Él

En esta etapa de fin de año siempre es bueno considerar cómo lo vivimos. Más allá del balance positivo o negativo, estoy seguro que pudimos ver la mano de Dios ayudándonos en medio de las situaciones más difíciles que pasamos.

Cada ser humano posee libre albedrío: podemos elegir hacer la voluntad de Dios, o simplemente vivir nuestra vida como salga, sin preocuparnos de nuestro Creador. En este sentido, sería bueno reflexionar un poco sobre las experiencias de este año que se va, porque son únicas y quedarán ya en el recuerdo; algunas nos producirán orgullo y satisfacción, y otras mucha pena o vergüenza. Pero a pesar de que muchas veces somos desobedientes, Dios siempre permanece FIEL, y este atributo suyo es inmutable: no tiene sombra de variación, y esa es una garantía divina que debiera movernos a poner a Dios como Señor y Soberano de nuestras vidas.
 
Esa fidelidad eterna de Dios hacia sus hijos hace que Él merezca todo nuestro agradecimiento y nuestro esfuerzo por transformarnos en una mejor persona; porque no hay nadie mejor que Él, porque aun nos quedaríamos en deuda si quisiéramos pagar todo lo que ha hecho en nuestra vida. Y una buena manera de corresponder a la fidelidad de Dios es esforzándonos este año que viene por ser mejores cristianos, dando un buen testimonio al mundo y ganando las almas para Cristo con nuestro diario andar. No hay mejor recompensa para Dios que un hijo suyo decida transitar por las sendas de la justicia y la verdad, viviendo una vida santa que glorifique su Nombre y que lo ponga en lo más alto.

En el año que ya asoma, tenemos que aplicarnos a tratar de mejorar aquellas cosas que sabemos que están mal y disponer nuestro corazón totalmente para que Dios sea nuestro guía, nuestro capitán, y que la barca de nuestra vida no sea dirigida por nadie más que Él. Entreguemos nuestra vida por completo al Señor: depositemos  en Él nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestros planes, nuestra visión de la vida, nuestros ministerios, nuestras familias, nuestros trabajos y todo aquello donde deseamos prosperar en este año que viene; ¡te aseguro que el próximo balance será mucho mejor que éste!

Oración
 
En este año que ya llega a su fin, dispongamos nuestro corazón con toda firmeza y voluntad para agradar a nuestro Señor en todo lo que hagamos. La fidelidad de Dios merece toda nuestra consideración y esfuerzo; exaltemos entonces su Nombre con una vida que realmente sea de Su agrado, y que el año que viene nos encuentre plenamente comprometidos en la maravillosa tarea de ensanchar su Reino, recorriendo caminos de justicia, de verdad y de bendición. Es mi deseo para todos nuestros lectores, en el Nombre de Cristo, amén.
 
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo