miércoles, 5 de septiembre de 2012

La desobediencia lleva al fracaso espiritual

“Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada”
(Jueces 14:2-3)

▲ Sansón pagó un precio muy alto 
por despreciar los mandatos divinos.
El versículo que hoy leemos nos debe llamar fuertemente a la reflexión sobre el daño que podemos acarrearnos por desobedecer el sabio consejo dado por Dios para nuestro bienestar.
Las Escrituras nos relatan la historia de un hombre llamado Sansón, del que hemos escuchado que era un hombre dotado de mucha fuerza y valentía. Aunque cabe aclarar que su gran fuerza física no era mérito suyo, sino que resultaba del Espíritu Santo que venía sobre él. Dios estaba con él y sus enemigos lo sabían y le temían; era un juez que Dios había levantado en Israel, lleno de vigor y de unción. Pero un día comenzó a desviarse de las sabias normas del Señor para su vida, y se encaprichó poniendo sus ojos en una mujer filistea llamada Dalila.
Aunque el Señor lo había bendecido y capacitado con su Espíritu, Sansón cometió errores fatales que lo condujeron al fracaso espiritual y a la muerte física. El no sujetó su vida a la palabra de Dios; mostró falta de interés  y de respeto por los mandamientos divinos, pasando por alto específicamente el mandato de Dios de no unirse en matrimonio con mujeres extranjeras. Como leemos en el pasaje de hoy, él contestó: “Tómame a esta por mujer, porque ella me agrada”, a la recomendación dada por sus padres.
 A diferencia de Moisés, que eligió sufrir por la causa del pueblo de Dios antes que disfrutar  de los deleites mundanos, Sansón optó por expresar sus emociones y deseos humanos de manera que no agradaban a Dios y empleó mal los dones y el poder del Señor para provecho personal.
Los padres de Sansón desaprobaron la relación de su hijo con Dalila y se opusieron a su boda porque ella era una mujer que pertenecía al pueblo enemigo de Dios; pero Sansón insistió tozudamente en que era la mujer que él quería desposar. Pero nos narran las Escrituras que un día, esa mujer lo entregó en manos de sus enemigos, que le arrancaron los ojos y lo humillaron delante de todo un pueblo. Sansón perdió todo por un capricho, hasta su vida. Por triste que parezca el fin de esta historia, nos deja una enseñanza muy valiosa para quienes queremos creer y obedecer a Dios.

Oración:
Señor Jesús, hoy te ruego que me fortalezcas de toda debilidad que me lleva a alejarme de Ti. Y a pesar de mi condición humana, pongo en tu poder transformador toda mi confianza para superar todas mis pruebas. Amén.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo.