jueves, 6 de septiembre de 2012

Las cosas en claro

“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”

(Isaías 1:18)

Si mostramos verdadero arrepentimiento, 
Dios quitará de nuestros hombros la carga del pecado.
El profeta Isaías comenzó a profetizar alrededor del año 750 antes de Cristo. Uno de los propósitos de su ministerio fue declarar el desagrado del Señor por los pecados de Judá, de Israel y de las naciones vecinas, al tiempo que se esforzaba por convencer al pueblo elegido de volverse de su desobediencia. Y justamente la cita de hoy tiene que ver con el problema del pecado y la necesidad de mantener las cosas en claro con nuestro Dios, rindiendo ante Su presencia el fruto de un sincero arrepentimiento.
Cuando nos arrepentimos de todo corazón, Dios nos hace saber que nos ha perdonado todas nuestras transgresiones y que no debemos seguir arrastrando la pesada carga de la culpa. Es en ese momento cuando nuestra alma sabe que, aunque deba afrontar las amarguras y dificultades de la vida terrenal, cuando vaya al encuentro de su Creador estará en un estado de paz absoluta, una tranquilidad interior que sólo el perdón de Dios puede ofrecer.
La paz con el Señor nos equipa con la necesaria tranquilidad mental y anímica para emprender todos nuestros esfuerzos diarios; ya no sentiremos que el pasado y sus culpas tienen algún poder sobre nosotros. Pero el perdón de Dios y la calma que nos proporciona tienen un sentido dinámico, es decir que no nos llevan a un estado de pasividad espiritual o a un dejarse estar, ahora que nuestra conciencia ya no nos incomoda. Por el contrario, el Espíritu Santo nos mostrará que debemos poner todos nuestros esfuerzos en procurar que la justicia de Dios siga floreciendo en la tierra, experimentando a cambio el gozo de trabajar para el Reino.
A esta altura es importante que no confundamos paz interior con una vida de chatura espiritual y mediocridad sin protagonismo. Todo lo opuesto: quien ve pasar sus días en ese estado de aparente calma sabe que en su interior vive perturbado. Y justamente a aquellos que luchan por desprenderse de su monotonía espiritual o de la carga del pecado, la Palabra de hoy los exhorta a renovarse con el perdón de Dios, y transformarlo en una actitud de vida con energía, trabajando en la obra que el Señor les encomendará llevar a cabo.
No existen atajos en este sentido. No existe otra solución fácil que te brinde paz espiritual y el gozo de vivir. La paz con Dios es necesaria. Él lo sabe, y por eso nos exhorta en su Palabra a buscarlo de corazón y derramar ante Su presencia todas nuestras culpas y saldar nuestras deudas. Y no lo dudes: el Señor es infinitamente misericordioso como para arrojar lejos TODAS tus cargas, de manera que no las recordarás en adelante. No esperes más: ¡hoy es el día saldar tus cuentas con el Señor!

Oración:
Señor Jesús, hoy queremos obedecer tu Palabra y traer todas nuestras transgresiones delante de Ti, porque conocemos tu inmensa misericordia y sabemos que tu perdón nos renovará, para seguir adelante con una vida llena de propósito y plenitud. Amén.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo.