"Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”
(Isaías 43:25)
▲ Las ofensas más
difíciles de olvidar son generalmente
las que han herido nuestro yo o nuestro ego
|
Tú seguramente
conoces a alguien que nunca perdona o nunca olvida. O a otros que perdonan (o
por lo menos así dicen), pero continúan reviviendo la ofensa. Hoy quiero que
reflexiones en esto: Dios actúa de diferente manera, como lo enseña el profeta
Isaías, ya que cuando confesamos nuestros pecados y éstos son perdonados y
abandonados, Él nos sigue tratando como si nunca hubiéramos fallado. Sí, el
Señor nos trata como si nunca hubiéramos pecado, ya que Él tiene el poder de
olvidar nuestros pecados.
Todos debemos
reconocer la necesidad espiritual de perdonar y olvidar, pero a la par de ello
también reconoceremos que humanamente resulta muy difícil, casi imposible. Sin
embargo, podemos
olvidar cuando en lo espiritual nos hacemos partícipes de la naturaleza de
Cristo. Si se lo permitimos, el Señor nos dará esta habilidad especial para que
nosotros también no recordemos más las ofensas, tanto las nuestras hacia Dios
como las que recibimos del prójimo.
Oración:
Señor Jesucristo, concédeme en esta mañana la
gracia de tu corazón, para poder olvidar toda ofensa hecha hacia mi persona y
todas mis faltas que te hayan ofendido a Ti o a algún hermano, para poder
participar de tu naturaleza divina. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo