lunes, 10 de diciembre de 2012

Los frutos de la paciencia



 “Fortaleceos con todo poder conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad”

(Colosenses 1:11)

La paciencia es fundamental en la vida de todo creyente
que desee ver las bendiciones de Dios hechas realidad


Hoy  quiero  hablarte  de  una  virtud  que  es  fundamental desarrollar en el carácter del cristiano: la  paciencia. Se la define como la capacidad de soportar con resignación todo tipo de molestias y cargas; es la capacidad de saber esperar y contenerse. En el contexto bíblico, la paciencia implica tolerancia, la aptitud de soportar algo sin alterarse; la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho, y está asociada también a la resistencia ante la adversidad y la fuerza para tolerar a otros.


La importancia de la paciencia reside en que resulta necesaria para poder recibir las promesas de Dios, como queda expresado en Hebreos 6:12 y 10:36: “… a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”; (…) porque os es necesaria la paciencia, para que  habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”. Podemos deducir entonces que la virtud de la paciencia es fundamental en la vida de todo creyente que desee ver las bendiciones de Dios hechas realidad.


Cultivar el don de la paciencia es también necesario para poder tolerarnos unos a otros, como se lee en Efesios 4:2: “Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor”. La paciencia implica además perseverar a pesar de los obstáculos, dominarse a sí mismo, y no dejarse perturbar por ninguna adversidad. Esto podemos verlo claramente en dos ejemplos bíblicos: uno que demostró una paciencia a prueba de todo fue Job, y gracias a su ello fue recompensado por Dios, y recibió consolación.  Pero en el extremo opuesto, el rey Saúl fue impaciente y fue castigado por su desobediencia y falta de paciencia, y fue desechado como rey.


No olvidemos por otra parte que la paciencia es un fruto del Espíritu Santo: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”. Ahora nos podemos preguntar, ¿cómo hago para desarrollar la paciencia en mi carácter? La respuesta la encontramos en las Escrituras: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia” (Romanos 5:3);  “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:3). Como puedes ver, la paciencia está íntimamente relacionada con la forma en que enfrentamos las adversidades y las  cargas de todos los días.


La carrera cristiana es larga y necesitamos paciencia para poder concluirla. Recordemos entonces que nuestro Padre es un Dios de paciencia: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra  enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de  las Escrituras, tengamos esperanza. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús” (Romanos 15:4-5). Entonces nos propongamos hoy a desarrollar la paciencia y seamos pacientes para con los demás, porque Dios lo es con nosotros. De esta manera podremos alcanzar las promesas contenidas en las Escrituras.


Oración

Señor Jesús, Tú que eres el ejemplo de toda paciencia, ayúdanos en este día para poder desarrollar ese fruto del Espíritu en nuestro carácter, para poder alcanzar las bendiciones y ser ejemplos de vida. Amén. 

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo