“Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto”
(Génesis 3:8)
▲ Por medio del
sacrificio de Cristo, podemos
acercarnos con
confianza a Dios para recibir misericordia
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Unas hojas de
higuera no pueden ocultar el pecado, pero hoy en día muchas veces seguimos
haciendo lo mismo que Adán y Eva: en lugar de reconocer y confesar nuestros
pecados, tratamos de buscar el arreglo más rápido.
Cuando Adán y
Eva vivían en inocencia moral, es decir antes de que pecaran, la desnudez de
sus cuerpos no era mala ni producía un sentimiento de vergüenza. Sin embargo,
después que pecaron, la conciencia de la desnudez se asoció con el pecado
y con la depravada condición de la humanidad. Luego de la caída, el sentimiento
de culpabilidad y la conciencia del pecado hicieron que Adán y Eva huyeran de
Dios. Se sintieron asustados y perturbados en Su presencia, sabiendo que eran
pecadores y que Dios no aprobaba sus acciones. En esa condición sabían que
era imposible acercarse al Señor con confianza.
En su estado
pecaminoso, todos los seres humanos son como Adán y Eva y tratamos de evitar al
Creador. Sin embargo, lo maravilloso es que Dios ha provisto una manera de
limpiar la conciencia culpable, librar del pecado y restaurar la comunión con Él:
esa solución se llama Jesucristo. Mediante la redención que Dios proveyó en su
Hijo, todos pueden acerarse a Él a fin de recibir su amor, misericordia, gracia
y ayuda en tiempos de necesidad.
No obstante,
muchas veces elegimos escondernos de Dios cuando cometemos errores; ya no
leemos la Biblia, ni oramos, porque a menudo luchamos con el sentimiento
de culpa y tratamos de evitar la responsabilidad personal. Adán culpó a Eva por
el grave error que cometieron, pero la culpa no se elimina transfiriéndola a
los demás, ya que cada uno es responsable por sus actos. No importan las circunstancias
o quiénes estén involucrados; a pesar de los intentos de Adán y Eva de esconder
su pecado el Señor vino a ellos. En este día, si el Señor viene a ti, no te culpes
por los errores cometidos, sino que confiesa tu pecado y apártate del mal, y
alcanzarás misericordia.
Oración:
Señor, en este día queremos pedirte perdón por todos nuestros pecados. Reconocemos que a veces fallamos, pero en este día nos arrepentimos y nos volvemos a Tí para alcanzar tu misericorda. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo