viernes, 30 de noviembre de 2012

Al rescate de las almas (I)



“Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”

(Santiago 5:19-20)
▲ La historia del hijo pródigo nos muestra cuán dispuesto está el Señor
a restaurar las almas de los que caminan más allá de la fe

Estamos acostumbrados a pensar que la obra de salvación tiene que ver mayormente con los incrédulos, con aquellos que no conocen a Cristo. Pero Santiago nos presenta, en los pasajes de hoy, otro aspecto de la restauración del alma humana: nos habla de la persona que es creyente pero se ha extraviado de la verdad. Se ha alejado de la fe, y ya no está viviendo para el Señor.

El estado en que se encuentran las almas no redimidas del pecado puede compararse, desde el punto de vista de Dios, al de aquellas reliquias de mucho valor que se han llenado de moho y suciedad por el paso del tiempo. Si esas reliquias no son restauradas, cualquiera que las vea pensará que no tienen mucho valor, debido a su aspecto abandonado y venido a menos. Pero cuando el Señor purifica esas almas, quedan como pulidas y llegan a tener nuevo valor y nueva belleza. De la misma manera, por medio del pasaje bíblico citado, Dios nos llama a ser restauradores de otros creyentes. 

La historia del hijo pródigo es una de las más conocidas de la Escritura. Él quiso vivir la vida a la manera del mundo, así que le pidió a su padre que le diera la porción de la herencia que le correspondía. Se llevó ese dinero a la ciudad, y lo derrochó todo en la mala vida. Tenía mucha diversión, muchos amigos, y muchas posesiones, hasta que se acabó el dinero, y con él, la diversión: desaparecieron los amigos, y el joven lo perdió todo. Llegó a trabajar cuidando cerdos, y su hambre era tal que deseaba comer los desechos que se tiraban a estos animales. (Continúa en la segunda parte)

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Confianza ante el desánimo



“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente”

(Josué 1:9)
En los momentos de desesperanza, el Señor nos dice: “Como
estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé”

Los cambios en la vida de las personas traen siempre desafíos, dudas e incertidumbres. Y para enfrentarlos, ¿qué cosa más acertada que confiar en la Palabra de Dios?

La reflexión de hoy nos sitúa en el recorrido del pueblo israelita hacia la tierra de Canaán. Moisés, el guía espiritual, había muerto. A partir de ahí Josué tenía que poner en práctica lo aprendido bajo el liderazgo de Moisés. Imagínate los temores que cruzarían por su mente: “¿Seré capaz de llevar a cabo la misión? ¿Lo haré bien? ¿Aprobará Dios todo lo que yo haga?”

El reto en el caso de Josué era conquistar la tierra prometida por Dios. Pero para ti quizás lo sea un reciente desempleo, una decepción amorosa, el afrontar deudas sin saber de dónde saldrá el dinero; tal vez para ti lo sea iniciar una nueva carrera, o reiniciar la vida después de la pérdida de un ser querido.

Las buenas nuevas para afrontar todas estas situaciones es que Dios conoce nuestra fragilidad, y aunque la desesperanza nos invada Él nos dice: “Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé. Esfuérzate, sé valiente”. 

Josué conquistó la tierra prometida y mucho más. Supo guiar al pueblo de Israel a servir y a amar a Dios hasta sus últimos días. ¡Y el mensaje para ti en este día es que Dios quiere que confiemos en su amor y su poder, y Él nos dará la victoria!

Oración

Te pedimos Señor en este día, que nos ayudes a enfrentar con valentía los obstáculos que encontramos día a día, con la confianza puesta en que Tú no nos abandonarás ni desampararás. En el maravilloso nombre de Jesús, Amén. 

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo


domingo, 25 de noviembre de 2012

Pelea tus batallas



 “… y reunieron a toda la congregación en el día primero del mes segundo, y fueron agrupados por familias, según las casas de sus padres, conforme a la cuenta de los nombres por cabeza, de veinte años arriba. Como Jehová lo había mandado a Moisés, los contó en el desierto de Sinaí”

(Números 1:18-19)
▲Si el Señor está a tu lado, nunca permitirá que seas
 abrumado y vencido por las dificultades

Jehová había mandado a Moisés a censar a todo el pueblo de Israel que había salido de Egipto, para contar a aquellos hombres que estaban en condiciones de salir a la guerra. Hacía poco más de un año que el pueblo de Israel había salido de Egipto y se encontraba en las faldas del monte Sinaí. Ahora Dios ordena a Moisés que cuente a todos los hombres mayores de veinte años que estaban aptos para la guerra. En este momento de la historia de Israel, el Señor los estaba llamando a una vocación a la que también nosotros somos llamados: a luchar.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Busca la plenitud en Dios


“Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre”
(Salmo 30:11-12)
▲ A pesar de sus errores, Dios le quitó
el luto al rey David y lo ciñó de alegría

El rey David nos habla en el Salmo de hoy que el Señor había cambiado su lamento en baile. Y no era para menos, ya que el Señor no sólo lo había aliviado de grandes angustias, sino también de la misma muerte.

El rey David había censado al pueblo y se había enorgullecido en  su corazón, confiando exclusivamente en  su prosperidad y en el poderío de su ejército. Esto al Señor no le agradó y trajo una consecuencia muy grave: dice la Biblia que a causa de ese censo, setenta mil hombres murieron entre el pueblo de Israel.

El rey David se arrepintió de su mal obrar, y el día en que confesó su pecado cesó la mortandad. Fue en esa oportunidad cuando escribió este Salmo: Dios ha cambiado mi lamento en baile. Y cuando dice desataste mi cilicio se refiere a que Dios le quitó el luto. El cilicio era un abrigo oscuro que usaban en la antigüedad sólo los príncipes y reyes, que simbolizaba el dolor. Pero a pesar de su error, Dios le quitó el luto al rey David y lo ciñó de alegría.

Hoy te propongo que busques al Señor, aunque estés pasando por un momento de oscuridad (tal vez como consecuencia de una mala decisión), pues como a David Él te salvará de la opresión y transformará tu lamento en gozo.

Oración

Padre celestial, en este día deseo librarme del yugo opresivo de la angustia que oprime mi vida, y como el rey David, poder cantar alabanzas a tu nombre por siempre. Amén.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Vida verdadera



“Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”

(1a. Juan 5:11-12)

Debemos apresurarnos a tomar el don que Dios nos da:
su eterna salvación. Mañana puede ser demasiado tarde

Al final de un culto, un joven se acercó al pastor y le dijo: “Usted tiene razón cuando dice que debo arrepentirme y convertirme a Jesucristo… pero no lo haré por ahora. Todavía quiero vivir un poco más de la vida”. El predicador le respondió: “¿Sólo quieres vivir un poco más de la vida? ¡Pero muchacho, qué falta de ambición! ¡Si hoy te acercas a Jesús tendrás la vida eterna!”

Quizás tú amigo lector, al igual que el joven del relato, eres aún inconverso y padeces la consecuencia de tus pecados; tal vez te encuentras como él en la necesidad del arrepentimiento y aceptar el perdón de Dios, pero temes que tal decisión te lleve a vivir una vida aburrida, triste y sin gozo. Pues bien, si piensas así no estás en lo cierto, o más bien, el adversario de Dios trata de impedirte, por medio de esos pensamientos, que acudas a Jesús. El engañador intenta retenerte aturdiéndote con placeres pasajeros que frecuentemente tienen un sabor amargo; pero mientras tanto, entre aventuras y desilusiones, el tiempo pasa…

lunes, 19 de noviembre de 2012

La buena semilla (II)


(…) desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras,  las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”
(2da. Timoteo 3:15)
▲ ¡Anímate a descubrir por ti mismo las profundas
verdades y los tesoros que contiene la Palabra!

Cuando estudiamos la historia de la iglesia cristiana, descubrimos que el común denominador de los más destacados creyentes es que conocían las Escrituras y pasaban un tiempo regular y consistente con el Señor y su Palabra. Pero en la actualidad, si bien podemos encontrar una Biblia en nuestra casa y en muchos otros lugares, es común que la gente ignore lo que dicen las Escrituras. 

Lamentablemente la nuestra es una época marcada por el desconocimiento bíblico, a pesar de disponer de biblias en todos los formatos, precios y contenidos para todos los gustos y necesidades. Para comenzar a dar una respuesta a esta carencia, aún dentro del pueblo de Dios, te propongo este sencillo plan de estudio bíblico:

 1- Leer las Escrituras: ningún libro se estudia ni se entiende sin leerlo al menos una vez. Y en el caso de la Biblia, nuestro objetivo debiera ser su lectura desde Génesis hasta Apocalipsis. Esto se logra siguiendo una guía anual de lectura bíblica o con la disciplina de leer la Palabra todos los días.

 2- Estudiar las Escrituras: no te conformes con sólo leerla; la Palabra de Dios encierra muchas bendiciones que no podrán operar en tu vida al menos que las conozcas. Generaciones tras generaciones de cristianos dan testimonio de la eficacia de las enseñanzas bíblicas para transformar sus vidas; y tú no pierdas la posibilidad de recibir también los beneficios que ellas brindan.

domingo, 18 de noviembre de 2012

La buena semilla (I)


“Hijo mío, guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón”
 (Proverbios 7:1-3, Biblia NVI)
▲ La lectura y comprensión de las Escrituras tienen que convertirse
en una disciplina que debiera enseñarse desde temprana edad

Uno de los principales objetivos de la Escritura es la transformación de nuestro ser en una nueva criatura, lo cual no será posible mientras nuestras biblias reposen en un estante, con sus tapas llenas de polvo. Es necesario que todos los días tengamos un encuentro con el Señor en Su Palabra y que la estudiemos diligentemente.

En el pueblo cristiano nunca se dejará de resaltar la importancia de estudiar y comprender la Biblia. La lectura y comprensión de las Escrituras deben convertirse en una disciplina que debemos mantener toda nuestra vida; cada cristiano, en realidad, debiera aspirar a convertirse en un “experto” de la Palabra. Y no sólo por el conocimiento y la sabiduría que ésta encierra, sino además para conocer todas las bendiciones de la Palabra de Dios que están disponibles para nosotros.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Un desafío de fe


 “No es difícil para el Señor salvar con muchos o con pocos”

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera ,la convicción de lo que no se ve”
(1a. Samuel 14:6 - Hebreos 11:1)
▲ La fe es una convicción interior muy fuerte que viene de Dios,
que permite ver lo invisible y dar la visión de la meta que se debe alcanzar

Contemplemos en nuestra mente esta escena: Jonatán, el hijo del rey Saúl, y su escudero, se preparan para tomar por sorpresa un puesto de observación del enemigo, ubicado en la cima de una montaña rocosa. Mientras tanto el pueblo de Israel estaba acampando en la llanura, desmoralizado por los incesantes ataques de los filisteos (lee 1ª. Samuel 14).

Dos jóvenes contra un ejército bien organizado; cualquiera podría pensar que se trataba de un desafío insensato, algo muy pretencioso propio de la juventud. La derrota y la muerte llegarían inevitablemente. Sin embargo, ellos pensaron: quizás haga Dios algo por nosotros, pues no le es difícil “salvar con muchos o con pocos”. Esto era tomarle a Dios la palabra; era el desafío de la fe. Luego treparon por las rocas con mucho esfuerzo, pero su llegada provocó espanto y temor de Dios entre los enemigos.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

La razón de nuestra esperanza


"Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" 
(Juan 11:25-26)
“Yo soy la resurrección y la vida”

Lázaro, un amigo de Jesús, estaba gravemente enfermo. Sus dos hermanas, Marta y María, llamaron a Jesús, pero el Maestro no fue pronto y Lázaro murió. Cuando al fin Marta se enteró de que Él se acercaba a su aldea, fue a su encuentro y le dijo, quizá con un cierto tono de reproche: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (Juan 11:21). Pero Jesús le respondió: “Tu hermano resucitará”, y agregó: “Yo soy la resurrección y la vida” (v. 25).

Como la mayoría de los creyentes de esa época, Marta tenía una idea muy vaga del más allá. Creía en una resurrección general al fin de los tiempos. No se daba cuenta que tenía ante sí a Aquel que es en sí mismo la resurrección y la vida, y que iba a demostrarlo. En efecto, qué autoridad en la voz de Jesús cuando clama: “¡Lázaro, ven fuera!” (v. 43). ¡Y el muerto salió vivo de la tumba! Así el Señor demostró que Él es el vencedor de la muerte.

martes, 13 de noviembre de 2012

Al alcance de tu mano


“Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”
(Mateo 6:33)
Entre las páginas de la Biblia, se encuentra el rayo de luz
que despeja nuestras desesperanzas

Una mujer, conversando con la vecina, le decía que al comienzo de su matrimonio, su esposo acostumbraba a sacar el dinero que ella separaba para los gastos domésticos. “Pero ahora”, dijo ella, “yo lo tengo bien escondido, y ya hace diecisiete años que él no lo encuentra más”. “¿Y dónde esconde usted la plata?” preguntó la vecina. “La escondo en una Biblia que tenemos en el aparador”, respondió la mujer.

El esposo de la mujer del relato no encontraba el dinero porque nunca leía la Biblia, porque de haberlo hecho se hubiera dado cuenta de que la plata estaba allí. Y la reflexión que podemos hacer hoy es: ¿no será que algunos de nosotros también actuamos como aquel esposo? ¿No será que algunos han olvidado la Palabra de Dios y han perdido el tiempo en cosas que no edifican? ¿No será que algunos cristianos han colocado a Dios en segundo lugar… o en el último?

domingo, 11 de noviembre de 2012

Madurando en las decisiones


“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”
(Salmos 119:105)
▲ La Palabra es una luz radiante que aclara nuestro
camino para que podamos recorrerlo sin tropezar

Muchos cristianos se toman demasiado tiempo en tomar decisiones obvias que la Palabra de Dios respalda. Pareciera que esperan hasta el último minuto para ver si aparece alguien que les indique lo contrario, o que les diga lo que quisieran escuchar y no lo que tienen que hacer.

Hay momentos en la vida del cristiano en los que sabe lo que tiene que hacer, y qué decisión tomar, pero no lo quiere llevar a cabo porque quiere una confirmación o espera que las circunstancias cambien. Debemos admitir que existen decisiones que son difíciles de adoptar, porque a nuestra naturaleza humana le cuesta adaptarse a los designios divinos. ¿Cuántos creyentes no le han pedido al Señor una confirmación más antes de hacer esto o aquello, aun sabiendo lo que tenían que hacer?

sábado, 10 de noviembre de 2012

Promete no abandonarte



“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé

(Josué 1:5)         
▲ El Señor prometió a Josué que estaría con él todos
los días de su vida y que no lo abandonaría jamás
                                                            
Leemos en la Palabra de Dios que Moisés había muerto y que todo el pueblo lo había llorado por cuarenta días. Era un momento muy difícil para Israel, porque se había quedado sin el líder que el Señor había elegido para sacarlos de Egipto.
Las circunstancias que estaban viviendo los israelitas eran muy difíciles, pero después de eso Dios habló a Josué y le dijo: “Levántate y pasa este Jordán tú  y todo este pueblo a la tierra que yo les doy”. Y el Señor le prometió que estaría con él todos los días de su vida y que no lo abandonaría jamás.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Vivir sin ansiedad (II)



“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”

(Filipenses 4:7-9)

Si aprendemos a evaluar lo que realmente merece nuestra atención, 
entonces nuestras emociones cambiarán junto con nuestras acciones

En los pasajes bíblicos que analizamos hoy, Dios quiere enseñarnos a vencer la ansiedad: Él nos da dos instrucciones en estos versículos, y luego nos promete que si las seguimos, su paz estará con nosotros.

“Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”: la primera instrucción divina nos enseña que la oración cambia la congoja en confianza. Dios nos llama a transformar nuestra inquietud en confianza, compartiendo con Él las preocupaciones que nos pesan. Esto puede resultarnos difícil, aprender a dejar nuestras preocupaciones en las manos del Señor. A veces oramos, le pedimos a Dios que nos ayude, y después de cinco minutos estamos otra vez desesperados. Pero, si queremos escapar de la trampa de la ansiedad, tenemos que aprender a confiar en nuestro Padre amoroso.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Vivir sin ansiedad (I)



“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”

(Filipenses 4:4-6)
La ansiedad consume nuestra atención y nuestra energía emocional

Hay una emoción humana que tiene efectos perjudiciales, aunque no sean notables a corto plazo: la ansiedad o la preocupación. Todos hemos estado preocupados en algún momento u otro, y la realidad es que somos más productivos cuando tenemos una medida razonable de inquietud; pero aquí nos referimos a la ansiedad que nos roba la paz.

Dios no desea que suframos la angustia de la ansiedad. Ésta es perjudicial para nuestro bienestar, y Dios no quiere que nos perjudiquemos. Esta emoción daña el trato con los demás, lo cual tiene relación con lo que expresa nuestro devocional: después de instarnos a alegrarnos en vez de estar ansiosos, Pablo nos llama también a ser amables. Cuando estamos ansiosos, es muy difícil ser amables. Más bien, nos volvemos amargos y ásperos en nuestras relaciones. La ansiedad consume nuestra atención y nuestra energía emocional, y no podemos dar a otros la atención que se merecen.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La paz de Cristo



“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón,  ni tenga miedo”
 (Juan 14:27)
▲ ¡Hoy es el día de dejar entrar la paz de Dios en tu vida y en tu hogar!

Un cristiano que haya realmente experimentado en su vida la presencia del Señor, sabe que nada en el mundo se compara con la paz que sólo El puede brindar.

Necesitas la paz que sólo Dios (como dice nuestro devocional) te puede dar. Los afanes en los que se debate el mundo moderno, testimonian que ninguno de los modelos de “paz” que se ha inventado para sí el hombre resulta suficiente para aplacar su mente. Jesús dijo: La paz os dejo, la paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da”· Si te sientes decepcionado y vacío luego de buscar aquí y allá tu tranquilidad interior, y no la encontraste en ninguna forma de meditación o filosofía del mundo, este es el momento de entregar tus cargas a Dios. El Señor Jesús te dice: “Venid a mí los que están cargados y trabajados, que yo los haré descansar” (Mateo 11:28).

domingo, 4 de noviembre de 2012

Cómo ser libres de los conflictos (II)


“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”
(Efesios 4:31)
▲ Debemos aprender a caminar en amor, ser abundantes
en misericordia y rápidos para disculpar una ofensa

 Ayer reflexionábamos que las personas que se envuelven en conflictos permanentemente, comúnmente eligen repetir las palabras ofensivas una y otra vez en su mente, alimentando el enojo Así continúan con la raíz del conflicto en sus vidas, y viven constantemente enojados con las personas y las circunstancias turbulentas de las que caen víctimas. La Biblia nos enseña acerca del conflicto o la contención, y de éste como origen de otros problemas similares.

Los síntomas de una persona conflictiva incluyen:

-Orgullo: insistir en tener la última palabra, estar más interesado/a en defender tu postura que en buscar una salida más pacificadora.

Amargura y enojo: emitir consideraciones exageradas como “¡Vos siempre…!”, “¡Vos nunca…!”, ¡Qué raro tratándose de vos…!” “¡Toda la vida…!”.

-Enjuiciamiento y crítica: atribuir a otras personas motivos e intenciones, cuando no era posible conocer realmente el corazón del otro.

- Engaño y mentiras: malinterpretar la situación, formarse una opinión sin conocer todos los hechos, o formarse opiniones basadas en chismes. Mentir o torcer de alguna manera la verdad.

- Descontento: hacer algo por inquietud o ansiedad.

Cada vez que nos rendimos ante cualquiera de estos sentimientos, abrimos la puerta al enfrentamiento.

El conflicto no sólo es un problema entre personas; muchas veces tiene relación con lo que ocurre en el interior de las personas, donde puede haber un ambiente de tensión, de rechazo y de defensiva. Y suele iniciarse por una cuestión sin importancia, algo que no hace realmente vale la pena defender ni que se ponga en riesgo una relación personal. El conflicto propaga una infección o enfermedad sumamente contagiosa que daña a muchos. Si fracasamos en reconocer y resistir el conflicto, éste envenenará nuestras actitudes y empezará a afectar negativamente todas nuestras relaciones (en la escuela, en trabajo, el hogar y la iglesia). 

Tienes que cerrarle la puerta al conflicto, aprendiendo a reconocerlo, resistirlo, y a producir actitudes más moderadas; aprender a hablar tranquilamente cuando hay desacuerdos y tener cuidado de no permitir que el orgullo, el resentimiento o la amargura, los celos o el odio se interpongan entre nosotros y los demás. Debemos aprender a caminar en amor, ser abundantes en misericordia y rápidos para disculpar una ofensa. Los lugares donde tú te deben convertirse en lugares donde reinen la paz y la armonía. Por esta razón, debes considerar las relaciones que producen una tensión interna, un conflicto en tu mente, sea en el hogar (padres, hermanos, cónyuges, hijos), en la escuela, el trabajo, la iglesia, etc., y pedirle a Dios que te muestre dónde está tu falta. Permítele al Espíritu Santo que comience a trabajar en tu vida, estudia la Palabra sobre todas Sus promesas que nos acercan a la paz, y procúrala para todas tus relaciones.

Oración:

Señor, ayúdame a reconocer el conflicto y aprender a resistirlo. Enséñame a perdonar y a olvidar; ayúdame a ver la llegada del espíritu de contienda mucho antes de que haga estragos en mi hogar y en mi vida. Dame la gracia para no alimentar nunca el espíritu de contienda en mi vida y en la vida de los demás, y que pueda anhelar en todo momento la paz y la armonía, y actuar para mantener las disensiones fuera de mis relaciones. Lo pido en el nombre del Señor Jesús, amén.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo

sábado, 3 de noviembre de 2012

Cómo ser libres de los conflictos (I)


“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios;  que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”
(Hebreos 12:14-15)
▲ Los conflictos que perduran en el tiempo traen problemas y
contaminan el interior de las personas en todos los ámbitos de la vida.


Conflicto se puede definir como una situación de lucha o enfrentamiento entre las personas, una situación desgraciada y de difícil salida por la falta de acuerdo entre las partes involucradas. A ello se agrega que para que hablemos de un conflicto, debe tratarse de una situación lamentable en la que las partes tienen un enfoque totalmente opuesto, aunque el tema que se esté tratando (o discutiendo) sea tan insignificante que no merezca la pena ningún tipo de discordia.

Por lo general el conflicto es un desacuerdo, una discusión, una disputa exaltada que refleja un corriente oculta de enojo hacia la otra parte. El conflicto por lo tanto lleva al resentimiento, al rencor, la amargura y el odio. Si no nos oponemos a tiempo a esas emociones negativas que producen el enfrentamiento, los conflictos con toda seguridad destruirán nuestras relaciones y nuestra vida. Los desacuerdos que perduran en el tiempo traen problemas y contaminan el interior de las personas en todos los ámbitos: la familia, el trabajo, incluso entre los miembros de una congregación, con el agravante de entorpecer el trabajo de Dios, porque como está escrito: “La ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1:20).

viernes, 2 de noviembre de 2012

Nada detiene la obra de Dios



“En las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán y conoceréis que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros”

(Zacarías 4:9)

Como Zorobabel, los que trabajan para el Reino de Dios
pondrán el cimiento de la obra que el Señor les encomendó


Después de más de sesenta años de cautividad del pueblo de Israel en Babilonia, el rey Ciro de Persia dictó un decreto en el que proclamaba que los judíos que así lo desearan podían retornar a Jerusalén a reconstruir el templo y la ciudad. Un grupo de creyentes se dispuso a emprender esa gigantesca obra y partió en el año 538 a.C. bajo la dirección de Zorobabel, quien inició la reconstrucción del templo.

Zorobabel (que fue un antepasado en la línea familiar del Señor Jesús) es un ejemplo de un creyente fiel que es menospreciado, a quien Dios eligió para una misión, no fijándose en su fuerza sino en su corazón humilde y en su obediencia a la visión divina. Muchos fueron los que se opusieron a su empeño en reconstruir el templo, al punto que el pueblo quedó desalentado y tardó 23 años en terminarlo.

jueves, 1 de noviembre de 2012

La autoridad del creyente


 “Habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego, y una víbora huyendo del calor se le prendió en la mano… pero él sacudiendo la víbora en el fuego ningún daño padeció”
(Hechos 28:3-4)
▲ Cristo le ha dado al creyente Su poder y autoridad 
sobre toda clase de enemigos espirituales

Con el versículo que compartimos hoy quiero hablarte de la liberación que está disponible en Dios. Él en este tiempo te va a ungir de una manera sobrenatural y aunque vengan víboras venenosas (que son una tipología del enemigo), con ponzoñas de muerte, y te ataquen en lo material o en lo espiritual, no te harán daño.

El Señor en una oportunidad les dijo a sus discípulos: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lc. 10:19). Las serpientes y escorpiones representan las fuerzas de maldad del enemigo espiritual. Pero el cristiano tiene dominio sobre los espíritus malvados porque Cristo le ha dado su poder y autoridad sobre Satanás y sus huestes perversas.