viernes, 2 de noviembre de 2012

Nada detiene la obra de Dios



“En las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán y conoceréis que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros”

(Zacarías 4:9)

Como Zorobabel, los que trabajan para el Reino de Dios
pondrán el cimiento de la obra que el Señor les encomendó


Después de más de sesenta años de cautividad del pueblo de Israel en Babilonia, el rey Ciro de Persia dictó un decreto en el que proclamaba que los judíos que así lo desearan podían retornar a Jerusalén a reconstruir el templo y la ciudad. Un grupo de creyentes se dispuso a emprender esa gigantesca obra y partió en el año 538 a.C. bajo la dirección de Zorobabel, quien inició la reconstrucción del templo.

Zorobabel (que fue un antepasado en la línea familiar del Señor Jesús) es un ejemplo de un creyente fiel que es menospreciado, a quien Dios eligió para una misión, no fijándose en su fuerza sino en su corazón humilde y en su obediencia a la visión divina. Muchos fueron los que se opusieron a su empeño en reconstruir el templo, al punto que el pueblo quedó desalentado y tardó 23 años en terminarlo.

Muchos habrían despreciado a Zorobabel pensando que no podía terminar la obra que había comenzado; después de todo, el pueblo de Israel estaba disperso y la fe en el Dios verdadero pasaba por uno de los momentos de mayor crisis. Pero ocurre que cuando Dios envía a un hombre o a una mujer con una misión, Él mismo se encarga de capacitarlo.

Y este es el mensaje para todos aquellos que hoy en día trabajan en el Reino de Dios: si el Señor te ha encomendado un trabajo específico, no hagas caso del menosprecio o de la indiferencia de los demás, porque como Zorobabel, tú también convertirás en llanuras cualquier monte y pondrás el cimiento de la obra que el Señor te encomendó.

Oración: 

Señor, pedimos desde hoy serte fieles todos los días de nuestras vidas y caminar en fidelidad, porque a los fieles de la tierra tú los bendices.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo