“Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre”
(Salmo 30:11-12)
▲ A pesar de sus errores, Dios le quitó
el luto al rey David y lo ciñó de alegría |
El rey David nos habla en el Salmo de hoy que el
Señor había cambiado su lamento en baile. Y no era para menos, ya que el Señor
no sólo lo había aliviado de grandes angustias, sino también de la misma
muerte.
El rey David había censado al pueblo y se había
enorgullecido en su corazón, confiando exclusivamente en su
prosperidad y en el poderío de su ejército. Esto al Señor no le agradó y trajo
una consecuencia muy grave: dice la Biblia que a causa de ese censo, setenta
mil hombres murieron entre el pueblo de Israel.
El rey David se arrepintió de su mal obrar, y el
día en que confesó su pecado cesó la mortandad. Fue en esa oportunidad cuando
escribió este Salmo: Dios ha cambiado mi lamento en baile. Y cuando dice desataste mi cilicio
se refiere a que Dios le quitó el luto. El cilicio era un abrigo oscuro que
usaban en la antigüedad sólo los príncipes y reyes, que simbolizaba el dolor.
Pero a pesar de su error, Dios le quitó el luto al rey David y lo ciñó de
alegría.
Hoy te propongo que busques al Señor, aunque
estés pasando por un momento de oscuridad (tal vez como consecuencia de una
mala decisión), pues como a David Él te salvará de la opresión y transformará
tu lamento en gozo.
Oración:
Padre celestial, en
este día deseo librarme del yugo opresivo de la angustia que oprime mi vida, y
como el rey David, poder cantar alabanzas a tu nombre por siempre. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo