lunes, 19 de noviembre de 2012

La buena semilla (II)


(…) desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras,  las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”
(2da. Timoteo 3:15)
▲ ¡Anímate a descubrir por ti mismo las profundas
verdades y los tesoros que contiene la Palabra!

Cuando estudiamos la historia de la iglesia cristiana, descubrimos que el común denominador de los más destacados creyentes es que conocían las Escrituras y pasaban un tiempo regular y consistente con el Señor y su Palabra. Pero en la actualidad, si bien podemos encontrar una Biblia en nuestra casa y en muchos otros lugares, es común que la gente ignore lo que dicen las Escrituras. 

Lamentablemente la nuestra es una época marcada por el desconocimiento bíblico, a pesar de disponer de biblias en todos los formatos, precios y contenidos para todos los gustos y necesidades. Para comenzar a dar una respuesta a esta carencia, aún dentro del pueblo de Dios, te propongo este sencillo plan de estudio bíblico:

 1- Leer las Escrituras: ningún libro se estudia ni se entiende sin leerlo al menos una vez. Y en el caso de la Biblia, nuestro objetivo debiera ser su lectura desde Génesis hasta Apocalipsis. Esto se logra siguiendo una guía anual de lectura bíblica o con la disciplina de leer la Palabra todos los días.

 2- Estudiar las Escrituras: no te conformes con sólo leerla; la Palabra de Dios encierra muchas bendiciones que no podrán operar en tu vida al menos que las conozcas. Generaciones tras generaciones de cristianos dan testimonio de la eficacia de las enseñanzas bíblicas para transformar sus vidas; y tú no pierdas la posibilidad de recibir también los beneficios que ellas brindan.


 3- Memorizar las Escrituras: comienza con pequeñas porciones de la Palabra. Memoriza los versículos que te interesan o que te pueden ayudar en tu crecimiento espiritual; por ejemplo, si eres impaciente, memoriza versículos que hablen sobre las virtudes y la bendición de la paciencia. Memoriza versículos que traten un tema específico y revisa periódicamente lo que hayas memorizado para afirmarlo en tu mente.

 4- Meditar sobre lo que has leído: esto significa concentrar toda tu mente en la verdad de la Escritura, de modo que mejores tu comprensión de ésta y la apliques en tu vida. Luego de la lectura, la meditación te ayudará no sólo a memorizar el texto, sino también a reflexionar sobre la aplicación que puedes darle en una situación particular. En este sentido te ayudará mucho el orar por la asistencia del Espíritu Santo para que te haga saber Sus propósitos para con tu persona.

 5- Obedecer la Palabra: debes tener presente que tu lectura, estudio, memorización y meditación de las Escrituras tiene un solo propósito principal: la obediencia. El objetivo de todo creyente no es simplemente conocer o entender, sino transformar el carácter a través de la obediencia a la Palabra de Dios. La aplicación personal de lo que hemos aprendido de la Biblia requiere, en primer lugar, nuestra sumisión y obediencia a ella.

Oración:

Oro en este día por cada uno de los creyentes que con deseo ferviente, anhelan poner en práctica su conocimiento de la Palabra. Ruego en el nombre de Cristo que sean bendecidos y prosperados, como todos los hijos de Dios que ya han descubierto este Tesoro incalculable y esa Luz radiante que no los desamparará, y que los guiará en su peregrinar por este mundo. Amén.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo