domingo, 31 de marzo de 2013

¡Jesucristo vive!



“Quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo”

(Juan 17:24)  
La presencia eterna del Señor Jesús será
la fuente de una felicidad y de un gozo indescriptibles
    

El mensaje de nuestro devocional de hoy ha servido de motivación y esperanza para los primeros cristianos, y no ha perdido vigencia en nuestros días, en los que el regreso de nuestro Salvador se convierte en una realidad cada vez más cercana. Este es el mensaje que queremos compartir en estas Pascuas.

El regreso del Señor Jesucristo es una verdad que nos enseña la Biblia. Y no es menos importante que esa verdad sea una viva esperanza para cada creyente. El Señor desea que lo esperemos para verlo y estar para siempre con Él.

Estar con el que tanto nos amó hasta dar su vida por nosotros, ¿no es un motivo suficiente para esperarle ardientemente? Por eso debemos estar atentos a todo lo que pueda empañar ese encuentro único con nuestro Salvador cuando Él regrese, cuidando que nuestra conducta sea lo más piadosa posible.

viernes, 29 de marzo de 2013

Inmenso amor


“Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. (...) sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido”
(Juan 13:1-5)
El inmenso amor que Jesús siente por la humanidad
hizo que continuara hasta el fin, sin medir consecuencias

La Palabra de hoy nos describe los momentos previos a la entrega de Jesús para ser crucificado por nosotros, cuando atravesaban por su mente pensamientos sobre si podía evitar ese paso de indescriptible padecimiento.

Pero Jesús afirmó sus pensamientos, levantó su mirada y decidió por amor continuar hasta el fin. Vemos que Jesús nuevamente se despojó a sí mismo, se quitó su manto de autoridad, su manto de dominio sobre todas las cosas, para tomar la toalla de servicio y humildad. Con ese acto del lavamiento de los pies, Jesús nos estaba diciendo que estaba dispuesto a continuar hasta el fin y a refirmar en la práctica aquello de que “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir”.

sábado, 23 de marzo de 2013

Dividido entre dos fuerzas



“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”

(Santiago 1:6-8)
Si tú eres una persona de doble ánimo, las decisiones
que tomes estarán divididas entre la fe y el temor

Si nosotros los cristianos decimos que vivimos por fe, entonces debemos considerar seriamente lo que la Palabra quiere enseñarnos en este día.      
Las dudas vienen de la indecisión. La Biblia dice que un hombre indeciso es inestable, de poca confianza sobre todo lo que él piensa, siente y decide. No está convencido en su corazón que Dios y su Palabra sean dignos de confianza; el que obra de esa manera, dice la Biblia, no debe esperar nada del Señor.

jueves, 21 de marzo de 2013

Poder transformador



“Dice el necio en su corazón: ‘No hay Dios’”

(Salmo 14:1)
La veracidad del Evangelio se encuentra en su
poder para transformar las vidas de las personas


Cierta vez un ateo desafió a un pastor evangélico a un debate sobre la veracidad del Evangelio. El pastor aceptó el desafío, con la condición de que cada uno se presentara en el debate con algún hombre o mujer que hubieran sido transformados positivamente en sus vidas por la enseñanza ya fuera del cristianismo o del ateísmo. Y el pastor agregó: “Yo llevaré cien de esos hombres y mujeres, y usted puede llevar la misma cantidad; y si no puede, lleve cincuenta, y si no puede llevar cincuenta, lleve veinte. Si no puede llevar veinte, quedaré satisfecho con diez. Y de última, le desafío a llevar sólo a una persona”. El que no creía, incapaz de cumplir con la condición, renunció al debate.

martes, 19 de marzo de 2013

¡Anuncia Sus grandezas!



“Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él”

(Lucas 8:39)
¡Hoy podemos llevar a nuestros seres queridos el
mensaje de esperanza, amor, paz y felicidad que
Cristo vino a traer a este mundo!

Qué bueno es poder compartir en familia la Palabra de Dios, y a través de la Escritura poder contar a nuestros hijos, a nuestra esposa o esposo, lo que Dios ha hecho y hace por nosotros en todo momento. 

Por medio de la Palabra revelada en el Evangelio de Lucas, en el capítulo ocho, leemos que una persona había recibido un gran milagro de parte de Dios. Este hombre le pidió en un momento al Señor que le dejase ir con Él, pero el Señor no se lo permitió, sino que le dijo, vuelve a tu casa y cuenta lo que el Dios ha hecho por ti. Ahora observa algo: el Señor Jesús mandó a este hombre a llevar el mensaje a su familia.

domingo, 10 de marzo de 2013

¡Persiste!



“Y vino Gedeón al Jordán, y pasó él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, mas todavía persiguiendo”

(Jueces 8:4)
Dios levantó a Gedeón en Israel, que con un
ejército pequeño destruyó a la enemiga nación de Madián

El pueblo de Israel fue muy bendecido por Dios: trabajaba la tierra que le brindaba abundante fruto, había grandes extensiones de sembradíos, grandes cosechas y mucho alimento.

Pero siempre que los israelitas tenían algo sembrado, los enemigos madianitas y los amalecitas los atacaban, ocupaban sus tierras y destruían sus cosechas sin dejarles nada para comer, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.

Por causa de los madianitas Israel pasó mucha miseria, hasta que finalmente pidieron ayuda a Dios, y el Señor levantó a un hombre llamado Gedeón, que era el menor de su hogar y su familia. Era pobre, pero Dios levantó a este muchacho, que con un ejército pequeño destruyó a la enemiga nación de Madián. Hacia el final de la campaña, Gedeón y sus trescientos hombres estaban rendidos de cansancio, pero no obstante persiguieron a sus enemigos y Dios les dio finalmente la victoria.