“Y vino Gedeón al Jordán, y pasó él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, mas todavía persiguiendo”
(Jueces 8:4)
Dios levantó a Gedeón
en Israel, que con un
ejército pequeño destruyó a la enemiga nación de
Madián
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El pueblo de
Israel fue muy bendecido por Dios: trabajaba la tierra que le brindaba
abundante fruto, había grandes extensiones de sembradíos, grandes cosechas y
mucho alimento.
Pero siempre
que los israelitas tenían algo sembrado, los enemigos madianitas y los
amalecitas los atacaban, ocupaban sus tierras y destruían sus cosechas sin
dejarles nada para comer, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.
Por causa de
los madianitas Israel pasó mucha miseria, hasta que finalmente pidieron ayuda a
Dios, y el Señor levantó a un hombre llamado Gedeón, que era el menor de su
hogar y su familia. Era pobre, pero Dios levantó a este muchacho, que con un
ejército pequeño destruyó a la enemiga nación de Madián. Hacia el final de la
campaña, Gedeón y sus trescientos hombres estaban rendidos de cansancio, pero
no obstante persiguieron a sus enemigos y Dios les dio finalmente la victoria.
Esta historia nos enseña que, aunque nos sintamos
cansados, debemos persistir en luchar contra el enemigo (vicios, escasez
económica, fracasos sentimentales, etc.) porque el Señor nos hará vencer sobre
él. Y de esta manera, como lo hicieron los israelitas, nosotros podremos
quitarnos el yugo de cualquier enemigo que quiera enseñorearse de nosotros.
Oración:
Señor Jesús, hoy me propongo ser esforzado y valiente ante las
contrariedades que atacan mi vida, para persistir y conseguir la victoria que
Tú tienes preparada para quienes te aman; hoy reconozco que sólo Tú eres Señor
de mi vida. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo