“Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”
(Juan 8:36)
Los
que han abierto su corazón al Señor Jesús han sido liberados del poder del pecado y de la inmoralidad |
La
palabra “libertad” se ha convertido en un concepto clave en el
mundo moderno. Para muchos, es sinónimo de todos los derechos que podemos
ejercer a nuestro favor; para otros, es la independencia de cualquier código de
valores, llámense morales, culturales o sociales. Pero para el cristiano, lo
que Dios dice acerca de la libertad, siempre será lo más importante.
Como
ya dijimos, muchas personas sostienen que ser libres es liberarse de todo tipo
de prejuicio y de reglas morales que consideran pasadas de moda. Pero en el
fondo de todo el asunto, estas piensan que ser libres es hacer lo que les
agrada de manera egoísta, sin preocuparse por los demás. Pero lo que ellas no
saben es que ser dominado por las inclinaciones, impulsos y codicias propias de
la naturaleza pecaminosa del hombre, puede ser la peor de las ataduras.
Pero
los cristianos sabemos que el mundo que no ha recibido todavía a Cristo es
esclavo del pecado, de la impureza y del dominio perjudicial que ejerce la
naturaleza no redimida sobre sus vidas. En contraste, los que han abierto su
corazón al Señor Jesús han sido liberados del poder del pecado y de la
inmoralidad; han sido rescatados para depender de Dios y de Su justicia. El
renacimiento espiritual por el Espíritu Santo es lo único que puede dar al
hombre un sentido auténtico de libertad, para poder probar los buenos frutos de
las buenas obras, aquellas que traen liberación y sanidad tanto para el que las
practica como para los que las reciben.
Esta
es la libertad que Dios desea que tengamos: la libertad interior. Dios nos
libera de la opresión de las pasiones y de los deseos destructivos. Más aún,
nos da una nueva vida que no está centrada en uno mismo, sino orientada hacia
Dios y hacia los demás. Esta libertad es la que señala hacia la cruz del
Calvario, donde Jesús, al morir voluntariamente, rompió todas las cadenas que
nos ligaban al mal. Esta liberación es ofrecida a todos aquellos que confían en
Jesucristo para recibir el perdón de Dios. Entonces descubrimos que al
tener paz con Dios, podemos establecer relaciones verdaderas y amables con
aquellos que nos rodean, viviendo una existencia de verdadero gozo y libertad.
Oración:
Señor Jesús, te damos
gracias en esta mañana por ofrecernos el poder liberador de tu salvación, que
nos prepara para que podamos llevar una vida en libertad y sin culpa delante de
Ti. Amén.
¡Te
bendigo! Pastor Antonio Trejo