martes, 22 de enero de 2013

Redención y lucha


“(…) despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”
(Efesios 4:22-24)
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
(Filipenses 4:13)
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13)

A veces la victoria sobre el pecado se gana en un momento; otras veces, lamentablemente, lleva más tiempo y perseverancia.

Muchas personas redimidas por Cristo han ganado de manera contundente la victoria sobre las drogas y otros vicios dañinos. Pero otros han luchado por meses y hasta años, antes de conquistar el mal hábito, y algunos, aunque resulte triste decirlo, continúan día a día con una lucha que parece interminable.

Puede ocurrir que estas últimas personas no conozcan del todo cómo deben hacer para librarse del lazo que las oprime; pero ¿podría ser también que no estén decididas a  abandonar un pecado que prefieren acariciar de tanto en tanto? Y si el caso es que no están del todo seguras, deben orar como lo hizo David: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23-24).

Una cosa es cierta: aunque las personas fallen en sus constantes luchas para mejorar, la culpa nunca será de Dios. ¿Pero qué se puede hacer para obtener la victoria final sobre el viejo hombre? Las siguientes líneas pueden ayudar:

·    Reconocer que no tenemos en nosotros el poder para cambiarnos a nosotros mismos;
·    Orar a Dios para que haga por nosotros lo que no podemos hacer por nuestros propios esfuerzos;
·    Resistir por la gracia de Dios en el momento de la atentación;
·    Dar gracias a Dios por fe y dar por hecho de que Él responderá a nuestra oración.
Realizar cualquiera de estas acciones será mucho mejor que quedarse con los brazos cruzados y darse por vencido. Ten presente que el Señor ya te ha liberado, y que ninguna fuerza opresora debe tener poder sobre tu persona; hoy tú debieras vivir en victoria para Cristo.  Considera nuevamente las palabras de aliento que Dios nos dio a través del apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

Oración

Nuestro Padre celestial, te agradecemos en esta mañana por la fortaleza y el aliento que recibimos a través de tu Palabra, para poder vencer a la vieja naturaleza y gozarnos con los poderes del nuevo hombre en Cristo Jesús. Amén. 

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo