“Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”
(Juan 20:15)
▲ Mientras dura
su vida en la tierra, una persona debe prepararse
para lo trascendente, lo eterno, aquello que será
su destino final
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Reflexionando
sobre el pasaje de hoy podemos preguntarnos: ¿qué busca la gente en todas
partes del mundo? Aunque parece fácil, la respuesta a esta pregunta variará considerablemente:
algunos dirán la libertad, otros dirán la justicia, otros la felicidad. Un
cristiano verdadero ciertamente contestaría que su única meta en esta vida es
el conocimiento de Aquel que redimió al mundo por medio de Su sangre.
La búsqueda de
un sentido a nuestra existencia se convierte en un problema cuando no sabemos
exactamente qué (o a quién) buscamos mientras estamos en el mundo. Muchas
personas van día tras día en busca de vanidades y espejismos, invirtiendo el
precioso tiempo de sus vidas en actividades o intereses sin trascendencia. Pero
mi invitación en esta mañana para ti, amigo lector, es que fijes tu atención en
la persona más importante en la historia de la humanidad: Jesucristo el Hijo de
Dios.
Si no eres
creyente quizás estas palabras no llamen tu atención; tal vez creas que se
trata de una propaganda religiosa para captar seguidores. Pero sea cual fuere
tu opinión, considera que mientras tanto el tiempo transcurre, y que lo más
importante para un ser humano debiera ser el prepararse para lo trascendente,
lo eterno, aquello que será su destino final después de la muerte. Estoy
convencido de que visto de esta manera, bien vale invertir tiempo en considerar
las cosas espirituales.
Mi consejo para
ti es que hoy busques a Jesús con todo tu corazón, y para hacerlo tendrás
que leer la Palabra de Dios. Un único requisito: tendrás que buscar con sinceridad
e inquietud la única fuente que da respuestas válidas para todos los asuntos de
la vida. Tendrás que poner de ti todo tu interés y tu honestidad; entonces Dios
se revelará a tu vida para poder hacerte partícipe de Su gracia. Entonces
ocurrirá milagrosamente lo que está escrito en el Libro de Jeremías: “Me buscaréis y me
hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías
29:13).
Oración:
Ante un mundo que busca constantemente una respuesta y un
alivio a sus necesidades, declaramos que sólo el Amor y la Misericordia
del Señor Jesucristo pueden salvar a los que buscan conocer la
verdad. Sólo su Amor eterno llena la vida del hombre de gozo y de
paz. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo