“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarte, Salvación mía y Dios mío”
(Salmo 42:5)
▲ Debemos confiar
en que el Señor no nos dejará
desamparados y que es fiel a sus promesas
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A veces nos
sentimos abatidos, turbados, y creemos que el mundo se nos viene abajo, que
todo parece ir en nuestra contra. Es entonces cuando nos identificamos con el
salmista, en los momentos de tristeza y de desesperación.
En esos
momentos buscamos desesperadamente las respuestas y soluciones para lo que nos
produce esa inquietud y turbación, y es cuando necesitamos y anhelamos que el
Señor nos cubra con su paz. Pero el salmista se dice a sí mismo que no tiene
por qué turbarse, que no hay razón para desesperarse pues tiene la convicción
de que todo lo que está experimentando es pasajero, y se da cuenta que lo único
que puede hacer es esperar y confiar en Dios.
Y si tú estas
experimentando uno de esos períodos de prueba y dificultad, debes saber -como
lo sabía el salmista- que Dios es nuestra única esperanza cierta, que debemos
confiar en que el Señor no nos dejará desamparados y que es fiel a sus
promesas; sabemos que Él es nuestra Roca y nuestro Refugio, y que lucha por
nosotros cuando nuestras fuerzas parecen flaquear. No importa cuán poderosas
parezcan las tempestades que se abaten sobre tu vida (enfermedades, problemas
familiares, financieros, etc.); tú debes esperar en Dios y tener fe en la salida
que Él proveerá, porque esa es la clase de esperanza a la que está llamado el
cristiano. Y nunca olvides de alabar al Señor aun dentro de las pruebas, porque
de esa forma saldrás aprobado y victorioso.
Oración:
En esta mañana
oramos al Señor por aquellas personas que están pasando pruebas, para que nada
las angustie, para que sigan confiando en Dios porque Él es “nuestro amparo y
fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Sal.
46:1).
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo