“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”
(1ª. Juan 5:4)
▲Entre los griegos antiguos, el vencedor de una
carrera era el que llegaba a la meta con su antorcha ardiendo |
Hoy en día estamos tan preocupados con nuestra
vida diaria que corremos el riesgo de que la llama de nuestra vida espiritual
se apague. Una mujer comentó que su vida era un correr constante y que se
dio cuenta que las preocupaciones podían hacerle perder su relación espiritual
con Dios. “Hay
mucho riesgo en ocuparse solamente de la vida apresurada que llevamos
-dijo-. Los
problemas diarios hacen que nuestra vida interior comience a apagarse”.
Claro que la mujer se refiere a una vida
llena de preocupaciones en la que Dios no tiene el primer lugar que se
merece. En este sentido debemos preguntarnos, ¿en qué estamos empleando nuestro
tiempo? ¿Cuál es el propósito de nuestra carrera de todos los días? ¿Estamos
queriendo resolver todo a nuestra manera, o estamos entregando todo en las
manos de Dios, convencidos de que Él tiene el tiempo exacto para cada cosa? ¿Estamos permitiendo que nuestra antorcha espiritual se apague mientras
buscamos resultados inmediatos?
Cuando estamos ligados al Señor en el propósito
de buscar Su voluntad, aun cuando andemos despacio podemos creer que llegaremos a
tiempo a nuestro destino. Él sabe el mejor camino, la mejor manera de
andar por él, los momentos de parar y descansar, y tiene preparado el trofeo de
sus bendiciones esperándonos en la meta. No debe preocuparnos quién
llegará primero, pues todos los que confían en Él recibirán el premio preparado
para los vencedores. En la carrera espiritual, el vencedor no es el que
corre más, sino el que llega con la llama de la fe encendida: su fe en el Señor. ¡El que mantenga esa fe cruzará la
meta con la victoria asegurada!
Oración:
Te
pedimos Señor que nos ayudes en este día en nuestro caminar en la fe, para que
los problemas diarios no apaguen la antorcha de tu Espíritu, confiados en que
tu fuego seguirá ardiendo en nuestro corazón hasta llegar a la meta. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo