domingo, 28 de octubre de 2012

¡Mantén viva tu llama!


“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”
(1ª. Juan 5:4)
Entre los griegos antiguos, el vencedor de una carrera
era el que llegaba a la meta con su antorcha ardiendo


Hoy en día estamos tan preocupados con nuestra vida diaria que corremos el riesgo de que la llama de nuestra vida espiritual se apague. Una mujer comentó que su vida era un correr constante y que se dio cuenta que las preocupaciones podían hacerle perder su relación espiritual con Dios. “Hay mucho riesgo en ocuparse solamente de la vida apresurada que llevamos -dijo-. Los problemas diarios hacen que nuestra vida interior comience a apagarse”.

Claro que la mujer se refiere a una vida llena de preocupaciones en la que Dios no tiene el primer lugar que se merece. En este sentido debemos preguntarnos, ¿en qué estamos empleando nuestro tiempo? ¿Cuál es el propósito de nuestra carrera de todos los días? ¿Estamos queriendo resolver todo a nuestra manera, o estamos entregando todo en las manos de Dios, convencidos de que Él tiene el tiempo exacto para cada cosa? ¿Estamos permitiendo que nuestra antorcha espiritual se apague mientras buscamos resultados inmediatos?
 

Cuando estamos ligados al Señor en el propósito de buscar Su voluntad, aun cuando andemos despacio podemos creer que llegaremos a tiempo a nuestro destino. Él sabe el mejor camino, la mejor manera de andar por él, los momentos de parar y descansar, y tiene preparado el trofeo de sus bendiciones esperándonos en la meta. No debe preocuparnos quién llegará primero, pues todos los que confían en Él recibirán el premio preparado para los vencedores. En la carrera espiritual, el vencedor no es el que corre más, sino el que llega con la llama de la fe encendida: su fe en el Señor. ¡El que mantenga esa fe cruzará la meta con la victoria asegurada!

Oración: 

Te pedimos Señor que nos ayudes en este día en nuestro caminar en la fe, para que los problemas diarios no apaguen la antorcha de tu Espíritu, confiados en que tu fuego seguirá ardiendo en nuestro corazón hasta llegar a la meta. Amén.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo