sábado, 20 de octubre de 2012

La misericordia de Dios


“¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? ¿No quiero más bien que abandone su mala conducta y que viva? Yo, el Señor, lo afirmo”

 “Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse, y vivirán! Lo afirma el Señor omnipotente”
(Ezequiel 18:23 y 32, Biblia NVI)
▲ El Señor Jesús reflejó en su vida
el amor, la misericordia y comprensión del Padre


Los versículos que leemos se encuentran en el Libro de Ezequiel Cap. 18, versículos 23 y 32, y nos recuerdan hoy que Dios, en su inmensa misericordia, no busca el castigo, sino la conversión del pecador para que viva.

En el Nuevo Testamento encontramos nuevamente esta verdad: “(El Señor) tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2da. Pedro 3:9; ver también Juan 3:16). Si el pecador se vuelve de sus malos caminos y se torna a Dios, encontrará su misericordia. Sin embargo, es importante recordar que si los justos eligen hacer el mal, Dios olvidará su previa justicia y pueden ser castigados (lee Ezequiel 18:24). No obstante, es claro que Dios no se complace en ese castigo y, por causa de su compasión, quiere que todos sean restaurados y perdonados.


El Señor Jesús reflejó en su vida ese mismo amor y comprensión del Padre; Él sentía una profunda compasión por los perdidos (lee Marcos 6:34). Considera que todo su ministerio se enfocó en alejar a la gente del pecado y dirigirla al gozo, la justicia y la vida eterna (Luc. 4:16-212; Juan 5:1-14, Ro. 5:1). Aunque Jesús será el Juez definitivo de todos los actos de la humanidad, pasó su vida recibiendo con bondad a aquellos que lo siguieran y encontraran la salvación (Lc. 19:1-10). Su sacrificio voluntario en la cruz por todos nosotros es la prueba innegable de su compasión por la humanidad.

Amado lector, considera finalmente que en el pasado, conforme lo registra la Palabra, Dios nos había dado muchas oportunidades a los seres humanos, pero en Jesús extendió una invitación final y para todo el mundo, a fin de evitar el castigo de una vez por todas. El regalo de Jesús es la máxima ilustración de la compasión del Padre, y hoy tú no puedes pasar por alto esta verdad; medita sobre ella el resto del día y haz un compromiso con el Señor de cambiar lo que está errado.

Oración:

Señor Jesús, Tú llevaste a cabo de manera perfecta el Amor y la compasión del Padre, y siempre estás dispuesto a recibir a los que se arrepienten y se alejan de sus caminos de maldad. Ayúdanos Señor a cambiar cada día, para convertir nuestras transgresiones en un testimonio de justicia y agradecimiento a tanto amor y misericordia. Amén.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo