“Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”
(Romanos 5:20-21)
▲ La gracia borra los pecados y ofrece el perdón a
todo aquel
que cree en Jesucristo y confiesa sus transgresiones
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Nadie pone en duda que, desde que el hombre
existe, el poder y los efectos del mal se ven por todas partes y en todas las etapas
de la historia humana. Dios llama pecado a esa maldad. La violencia y
la corrupción son una prueba evidente de de lo que estamos hablando. Pero de manera poderosa,
Dios respondió al desafío del pecado: envió a su hijo Jesús, el cual vino a
traernos la gracia y la verdad.
Las bendiciones que trajo el triunfo de la gracia
sobrepasan las terribles consecuencias del pecado:
– El pecado corrompe todo y conduce a la muerte,
pero la gracia de Dios aparta del mal y da vida.
– Cada ser humano merece el juicio de Dios, pero
la gracia borra los pecados y ofrece el perdón y declara justo a todo aquel que
cree en Jesucristo y confiesa sus pecados.
– La consecuencia del pecado es la muerte, pero
aquel que cree recibe gratuitamente la vida eterna (lee Romanos 6:23).
Cuando el tiempo de la gracia se acabe, Dios
mostrará su justicia al juzgar a todos los incrédulos. El Reino de la Gracia
empezó en la cruz, donde Cristo triunfó sobre todo lo que se opone a Dios: el
mundo (Juan 16:33), el pecado (Hebreos 9:26),
la muerte (2 Timoteo 1:10), y Satanás y sus ángeles (Hebreos
2:14).
¡Qué triunfo el de la gracia de Dios, que se
elevó por encima de la abundancia del pecado! Por medio de ella aleja a los
hombres de la muerte y los hermana con Aquel que vive eternamente. Por todos
estos beneficios te animo a reafirmar hoy mismo la gracia de Dios en tu vida, por
medio de la lectura y la obediencia a la Palabra, la oración y la comunión con
el Espíritu Santo.
Oración:
Amado Señor Jesús, ayúdanos hoy a cambiar
nuestras vidas para que nuestra fe venza todos los obstáculos que se oponen a
tu Reino; hoy volvemos nuestro corazón a Ti para agradecerte inmensamente por
la gracia que nos fue dada por medio de la cruz. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo