“Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”
(Jeremías 29:13)
▲ A medida que leemos la Biblia y estudiamos la
vida de Cristo, Dios se vuelve un Amigo personal y
amoroso
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Adán y Eva, la pareja del Edén, conocían a Dios
como a un Amigo. Pero después de que pecaron, se separaron de su Creador y se
escondieron; el pecado nos separa de Dios. Pero Dios no dejó al hombre en esa
condición. Él fue en busca de nuestros primeros padres (lee Gé. 3:8-10). Desde
que el hombre fuera expulsado de Edén, ha tenido que encontrar a Dios por otros
medios, aunque en realidad Él “no está lejos de ninguno de nosotros” (Hech. 17:27).
Pero siempre hay algunos que parecen determinados
a encontrar a Dios a su manera. Se niegan a seguir el método que Él establece
en su Palabra ¡y luego se preguntan por qué no lo pueden encontrar! En este
punto es donde aparece con frecuencia el que engaña a tantos, el que engañó a
Adán y Eva, “el dios de este mundo”. Pero no seremos engañados si seguimos el
método de Dios.
Buscar a Dios de todo corazón, como dice la
Palabra de hoy, significa ir hasta lo último. Esto no se logra con una búsqueda
a medias. No bastará una búsqueda casi completa. Pero aquel que siga
fervientemente el método de Dios, por medio del cual El se revela, pronto
descubrirá que en verdad “El recompensa a quien lo busca”. (Heb. 11:6).
El secreto de la búsqueda de Dios no se ecuentra
en el análsis de las distintas religiones; se halla en llegar a Él mediante
Jesús. Nuestro Señor es el que hace que nosotros conozcamos a Dios (Jn. 1:18).
A medida que leemos la Biblia y estudiamos la vida de Cristo, Dios se vuelve a
nosotros no como algo alejado, como un ser impersonal, son como un Amigo
personal y amoroso. Si tú sigues estos pasos sencillos, conocerás a Dios en forma
personal mediante Jesucristo, a quien El ha enviado.
Oración:
Señor Jesús, en este día te agradecemos por
haberte revelado a nosotros, por haberte convertido en nuestro Amigo, el que
nos apoya y nos consuela en los momentos difíciles, y por todo tu Amor, a
través del cual somos salvos. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo