jueves, 11 de octubre de 2012

Cristo, hoy y por siempre


“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy,  y por los siglos”    
(Hebreos 13:8)
▲ ¡El Señor Jesucristo nunca cambia y
permanece como nuestra Roca inalterable!


¡Qué consuelo es saber que el Dios de toda salvación es el mismo todos los días y para siempre!El Señor es el mismo desde los tiempos del Antiguo Testamento y de los evangelios, y siempre será así para su pueblo: igualmente misericordioso, poderoso y absolutamente suficiente. Él aún satisface al hambriento, consuela al temeroso y da la bienvenida a los pecadores arrepentidos; y asimismo, aún mira desde lejos al soberbio y al de la justicia propia, enseñando a todos los que Él salva a amar la justicia y a aborrecer la iniquidad.

Esta verdad es como un ancla segura para nuestra fe. Significa que los cristianos de hoy no debemos sentirnos conformes hasta no lograr la misma salvación, la misma comunión con Dios, el mismo bautismo en el Espíritu Santo y el mismo poder del Reino que los creyentes de la época del Nuevo Testamento, aquellos que conocieron todas estas cosas por medio de Jesucristo mismo.


El mensaje para nuestra época sigue sin alteraciones: que en  medio  de  los  problemas  y  circunstancias perturbadoras que  nos  rodean  en  esta  vida,  Cristo  es  el  mismo  de  ayer,  lo  es  hoy  y  lo  será  por  los siglos.  El  es  la  misma  salvación  eterna,  también Él  es  el  mismo  en  su  amor, es  el mismo  en  el  poder  de  su  sangre  para  limpiar  el  pecado  y  también es  el  mismo  en cuanto  a  su  poder  para  justificar.  Y también  es  el  mismo  para  suplir  todas tus necesidades, y en  medio  de  todas  las  circunstancias  de  tu  vida,  Él  permanece  fiel.

A diferencia de los líderes, ideólogos y gobernantes que han guiado a las sociedades humanas a lo largo de la historia, nuestro Señor nunca cambiará; por eso debemos fijar nuestros ojos en Cristo, nuestro guía supremo. Jesús ha sido y será el mismo por siempre; y aunque el mundo siga girando día a día, trayendo vientos de inseguridad y de incertidumbre para las personas de todos los pueblos, Él permanecerá como nuestra Roca firme e inalterable.

Oración: Señor, Tú has hablado a nuestro corazón, proclamando que eres el mismo de ayer, de hoy y por los siglos, y que tu poder no ha cambiado. Tú, nuestro refugio y salvador, nos has librado: Tú nos libras y nos librarás del mal por siempre. Amén.

¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo