“Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea y escupiendo en sus ojos, le puso la mano encima y le preguntó si veía algo”
(Marcos 8:23)
▲ El Señor Jesús tiene gran compasión por las necesidades y el sufrimiento de la humanidad. |
En este conocido pasaje observamos que un hombre privado de la vista vivía en una ciudad llamada Betsaida. Lo primero que hizo el Señor fue sacarlo de la aldea; y lo hizo por una razón. Jesús prefirió que este hombre saliera de entre su gente para tener un trato personal con él. Hay veces en que el Señor busca tener un trato personal contigo, y es muy importante también que tú puedas conocerlo a Él.
Lo segundo que hizo el Señor al escupirle los ojos fue estimularle la fe; Jesús desea que tengamos fe en Él. La Biblia aclara por otra parte que el hombre ciego no recibió el milagro instantáneamente, sino que comenzó viendo a la gente “como si fueran árboles” (vs. 24). Entonces el Señor volvió a ponerle las manos sobre sus ojos y a partir de ese momento el ciego pudo ver, de lejos y claramente, y fue restablecida su vista.
El milagro que estamos comentando fue progresivo; es el único caso de un milagro de Jesús registrado en la Palabra de una curación gradual. El pasaje citado nos enseña entonces que no toda sanidad opera de manera instantánea. De igual manera, nos señala que cuando Dios comienza la obra en tu vida, a veces lleva un tiempo notar los cambios que se operan en tu persona. Pero si bien el milagro aludido no fue instantáneo sino progresivo, debes saber que cuando Dios comienza su obra, ésta se perfecciona y culmina, conforme a Su voluntad.
En el versículo 2 del mismo capítulo 8 del Evangelio de Marcos, el Señor Jesús expresó refiriéndose a la gran multitud que había ido a verlo: “Siento compasión de esta gente”. En su infinita bondad, el Señor sentía compasión por las necesidades y el sufrimiento de la humanidad (lee también Marcos 1:41). El corazón de Jesucristo sigue siendo el mismo hoy: se conmueve con una profunda bondad por las necesidades y aflicciones de cada uno de los hijos de Dios. Por eso podemos acercarnos a Él en oración, con toda confianza, para obtener gracia, misericordia y ayuda.
Oración:
Señor, en este día me has enseñado que lo que Tú comienzas lo terminas. Ahora sé que debo esperar con paciencia, porque tu corazón misericordioso será movido a favor de mi necesidad, y el milagro que anhelo va a venir sobre mi vida.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo