«No acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas arde, hasta que haga triunfar la justicia»
(Mateo 12:20)
▲ Los rechazados por el mundo son abrazados por el Señor en su infinito Amor. |
En el versículo que leemos, Mateo cita la profecía de Isaías 42:1-4, en la que se nos revela que el Mesías, por el Espíritu de Dios, ministraría con humildad a los débiles y rechazados. En la profecía de Isaías se representa a un siervo líder que tendría poder para sanar, pero que no iba a usar ese poder para obtener un reconocimiento público de su persona. Y esas características se cumplieron en el Señor Jesús, que eligió proclamar la llegada del Reino de Dios de una manera constante pero silenciosa. En Mateo 12:16, por ejemplo, Jesús les pidió a los que sanaba que no dijeran a otros quién era El; esta es una prueba de su humildad y de su intención de restaurar a los más vulnerables, rechazando cualquier clase de reconocimiento personal.
En el pasaje leído, se proclama que el Hijo de Dios vino al mundo para ministrar a los oprimidos, a aquellos que representan “la caña quebrada” y “la mecha que apenas arde”. Una caña rota sólo sirve para ser descartada y una mecha que apenas arde no tiene ninguna utilidad, por lo que es cortada o desechada. Estas imágenes representan a la gente rechazada por los demás, pero que es abrazada por el Señor en Su infinito amor. ¡Y cuán importante es saber que Dios mira en primer lugar a los que el mundo considera débiles e inútiles, para restaurarlos con su Gracia sin límite!
Oración:
A pesar de ser el Hijo de Dios, Jesucristo eligió despojarse de tal condición y mezclarse con los más rechazados del mundo, a los que vino a ministrar y restaurar. Su humildad, a pesar de Su gran poder, debe tocarnos hoy el corazón para enseñarnos las virtudes del servicio hacia el prójimo y de la negación de los impulsos egoístas, así como lo hizo Cristo. Amén.
¡Te bendigo! Pastor Antonio Trejo